La creciente importancia de las redes sociales en nuestra sociedad ha transformado la producción audiovisual y sus modos de consumo, en favor de contenidos de menor formato que se experimentan secuencialmente de forma individual y personalizada, superándose así actividades rutinarias como el “zapping” propio de la televisión en favor del “scrolling” propio de plataformas como Instagram, Youtube o TikTok. En unas pocas décadas, el contenido audiovisual ha ido desplazándose hacia espacios cada vez más privados; tal y como la televisión sustituyó al cine, estamos encaminados hacia que los dispositivos móviles sustituyan a la televisión.

La diferencia más notable que supone este cambio de rutina es la creciente personalización e individualización del consumo cotidiano de contenido literario y audiovisual, manifestándose a través de algoritmos que lo seleccionan según los metadatos obtenidos a partir de la actividad del usuario, adaptándose así a sus preferencias e intereses. Del mismo modo, la mayor parte de los vídeos publicados en redes están realizados por personas individuales de forma casera y sin ánimo de lucro, otro cambio sustancial respecto de la realización audiovisual en cine o televisión, lo cual tiene gran interés a nivel artístico y antropológico ya que, al no provenir de instituciones o empresas con agendas ideológicas concretas, posibilitan la creación de subculturas a partir de las cuales el individuo puede definir su identidad por el tipo de contenido que consume.

Nuestra propuesta, en primer lugar, se trata de una reinterpretación de las formas de interacción interpersonal propias del consumo de contenido digital, que se emancipa de su carácter individual en favor de la experiencia cultural colectiva y simultánea, propia de los teatros, las salas de cine o las video exposiciones, interrelacionando el espacio digital con el espacio físico. En segundo lugar, es referencial a los procesos de creación automática propios del arte del siglo XX, relegando el control de la obra no al subconsciente sino al algoritmo, que construye, a partir de contenido generado por los usuarios, instantes de conexión audio-visual estéticamente relevantes de forma totalmente fortuita según datos recopilados por la aplicación. Por último, se constituye como forma de exhibicionismo virtual, ya que dichos datos fueron obtenidos a partir de años de actividad en redes sin intención previa de ser exhibidos en público, de forma natural y espontánea. A partir de las recomendaciones del algoritmo es posible analizar las preocupaciones y fijaciones de una persona, según el tipo de contenido y su tono comunicativo. En la medida en la cual el consumo digital pueda considerarse significante de la identidad del individuo, este hecho confiere un carácter intimista a la performance, en virtud de la conexión artista-obra-público.

La propuesta es una performance de duración variable en la cual los artistas proyectan sus “feeds” de Tik Tok en simultáneo, con el fin de crear, de forma automática y aleatoria, momentos de conexión estética o intelectual a partir de vídeos de corto formato encontrados en redes. El objetivo principal de la propuesta es realizar una exploración de los códigos propios de las redes digitales de creación y difusión de contenido, cumpliendo de esta forma fines como emplear el collage audiovisual para hallar patrones en el tipo o formato del contenido o propiciar en el espectador la reflexión acerca de la naturaleza y el rol de la comunicación digital en nuestra sociedad. Consiste en la búsqueda de instantes de conexión al contraponerse vídeos que, aleatoriamente seleccionados por los algoritmos que actúan sobre los dispositivos de los artistas de forma individual y personalizada, puedan ser cohesivos desde un punto de vista intelectual o estético.

El proceso creativo parte de la descontextualización del contenido ofrecido por el algoritmo siendo seleccionado de forma subconsciente y automática, veraz al consumo habitual del mismo. La duplicación de la exhibición de los videos, teniendo lugar desde dos puntos de vista a la vez, contrapone dos realidades similares pero individualizadas, permitiendo la creación fortuita de momentos de simultaneidad estéticamente relevantes, que son exhibidos en una pantalla para su visualización por parte del público.

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Acción, 2025. Pepe García e Isa Moreno.

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